De niño, reconozco que quise ser yugoslavo. Todo lo que rodeaba la antigua Yugoslavia me cautivaba. Una bandera preciosa, un presidente con nombre infantil (Tito), unos ciudadanos que aprendían con una facilidad pasmosa el castellano, y sobre todo, un elenco de deportistas a los que todos queríamos imitar: Drazen Petrovic, Delibasic Djordjevic, Milan Jankovic., Boban, Stojkovic…
Y luego…. “Papá está en viaje de negocios”.
“Papá está en viaje de negocios” es una película yugoslava rodada en el año 1985, segunda de su director, Emir Kusturica. En ella se cuenta como la mujer de un ciudadano, que es arrestado por ser próximo a las ideas estalinistas, cuenta a su hijo que su padre va a tardar en volver a casa porque se encuentra de viaje, haciendo negocios. El niño (Malik), que es sonámbulo, sueña con volver a ver a su padre para que le pueda ver jugar con la selección de fútbol de su país.
A través de sus ojos aprendí que lo cotidiano, cuando eres niño, puede ser maravilloso, y que lo fantástico y lo absurdo, es cosa de cada día. Ese aprendizaje lo recuerdo casi cada día.
Yugoslavia fue uno de los países que, en occidente tuvo mejor prensa, probablemente porque nunca estuvo detrás del telón de acero, y por haber promovido el Movimiento de los no alineados
Sin embargo, Yugoslavia es el primer país que vi desaparecer.
Estos días se cumplen 25 años del genocidio de Srebrenica, el único caso en el que, con motivo de la guerra de los Balcanes, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, reconoció la existencia de un genocidio, a pesar de los atroces crímenes cometidos entre 1992 y 1995 cometidos por las fuerzas serbobosnias contra los bosnios musulmanes. Más de ocho mil varones musulmanes bosnios fueron asesinados en una zona controlada por las fuerzas de la ONU, bajo las órdenes Ratko Mladic y Radovan Karadzic.
¿Qué es el genocidio?
El genocidio consiste en cometer matanzas, lesiones, someter a personas a condiciones de vida que aboquen necesariamente a su muerte, impedir nacimientos, o trasladar a niños de un grupo a otro grupo, con una única idea: provocar la desaparición del grupo racial, nacional, étnico, o religioso. El genocida escoge a las víctimas, no como consecuencia de sus cualidades individuales, sino por su pertenencia al grupo, que pretende hacer desaparecer, total o parcialmente, La intención de destruir al grupo (que ha de ser permanente o estable) caracteriza el genocidio y lo diferencia de otros crímenes que tienen una dimensión internacional.
Los supuestos más conocidos de genocidio son la matanza de Srebenica y los desgraciados hechos sucedidos en Ruanda en 1994, cuando tuvo lugar una masacre inconmensurable que afectó a las comunidades hutu y tutsi que habitaban en las zona de los Grandes lagos De hecho, El Tribunal Internacional para Ruanda dictó la primera condena internacional por genocidio y fue la primera en reconocer la violencia sexual como actos constitutivos de genocidio, en el caso conocido como “caso Akayesu.
Genocidio no es lo mismo que crimen de lesa humanidad.
El crimen de lesa humanidad es el que se comete mediante un ataque generalizado o sistemático contra una población civil durante el cual se perpetran múltiples delitos. En este caso hablamos de actos inhumanos (incluye asesinatos, homicidios, la detención ilegal, la tortura, la desaparición forzada) cometidos a gran escala. El término sistemático es importante para diferenciar el crimen de lesa humanidad del delito común, e implica que tiene lugar con arreglo a un plan o política preconcebidos, que lleva a la comisión repetida o continua de actos inhumanos.
La diferencia fundamental con el genocidio estriba en que el crimen de lesa humanidad no está caracterizado por el elemento intencional de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal. Ese elemento intencional es el que configura el genocidio.
Es un ejemplo de crímenes de lesa humanidad, el terrorismo de estado llevado a cabo por la dictadura cívico militar en Argentina (llamado “proceso de reorganización nacional”) entre los años 1976 y 1983, y por el que resultó condenado en España Adolfo Francisco Scilingo, tras haber confesado su participación como mínimo en dos vuelos de la muerte a 1084 años de prisión. De hecho, este fue el primer supuesto en el que un Tribunal Español condenó a una persona (Scilingo) por delitos de lesa humanidad.
Los crímenes contra la humanidad están dotados de características específicas frente a los delitos comunes, como, por ejemplo, la imposibilidad de alegar la obediencia a un superior como hecho que justifique la conducta. No prescriben, y pueden ser objeto de jurisdicción universal por parte de tribunales estatales distintos de los tribunales del lugar de comisión de éstos crímenes (por ejemplo, el caso Scilingo, ya citado, en el que se condenó a un ciudadano nacional argentino por hechos que tuvieron lugar en la República de Argentina).
Las normas de derecho penal internacional pueden ser aplicadas por tribunales nacionales (como por ejemplo, el caso Scilingo, ya citado) o por tribunales internacionales. El principal órgano jurisdiccional que aplica normas penales es la Corte Penal Internacional, que es el primer tribunal de justicia penal permanente, creado en 1998, con sede en la Haya, y tiene como misión juzgar a los responsables de crímenes contra la humanidad, de genocidio, de crímenes de guerra, y de agresión (entendida como una violación de la Carta de las Naciones Unidas) La Corte Penal Internacional no puede imponer penas superiores a 30 años de prisión, y de forma excepcional cadena perpetua si la extrema gravedad del caso lo justifica.
La Corte Penal Internacional no forma parte de la estructura orgánica de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que en su día amparó y creó Tribunales Penales Internacionales para intervenir en determinadas regiones por tiempo específico (por ejemplo, la antigua ex-Yugoslavia y Ruanda). La Corte Penal Internacional es una institución permanente e independiente capaz de investigar y enjuiciar los crímenes identificados en el estatuto que lo creó (Estatuto de Roma), cometidos a partir del 1 de Julio de 2002. Los casos a la Corte Penal Internacional pueden ser remitidos por un estado parte del Estatuto de Roma, por el Fiscal, o por el Consejo de Seguridad de la ONU.
En Srebrenica tuvo lugar, entre los días 10 y 14 de Julio de 1995, el genocidio que cerró el siglo XX europeo, en la misma zona donde empezó la primera guerra mundial. Durante esos días se perpetraron más de ocho mil asesinatos de hombres y niños al tiempo que las mujeres fueron separadas en diversos convoyes y sometidos a vejaciones y violaciones de todo tipo, y aún 25 años después se siguen inhumando restos humanos para ser identificados, mientras las teorías negacionistas del genocidio proliferan. Los países europeos mantienen el triste recuerdo de esos hechos, quizá por la mala conciencia que les genera, el no haber evitado aquella tragedia en su suelo (la zona estaba protegida por Naciones Unidas con 400 cascos azules de nacionalidad holandesa). Debe ser la hora de la penitencia, para Naciones Unidas y para la comunidad internacional.
Por favor, que no haya más papás que “estén en viaje de negocios”, como el de Malik.
Malik hoy sigue golpeando el balón con la ilusión de vestir un día la camiseta “plavi” como sus héroes, que también fueron los míos.
Otra vez más nos sorprende con un gran artículo.
Sobre el tema de los genocidios que ha comentado, el de los Balcanes y el de Ruanda, estuve a punto de viajar a Burundi para ayudar a los misioneros mallorquines que allí trabajan, pero me desaconsejaron tal desplazamiento.
Si me gustaría comentarle, que el genocidio armenio u holocausto armenio, también fue un acto execrable y cobarde. Y a día de hoy, todavía no ha tenido el reconocimiento de genocidio a nivel global.
Muchísimas gracias.
Un saludo.
Gracias Don Carlos, su excelente exposición. Me recuerda a las palabras de un gran amigo mio que nació en Könisberg, hoy conocida como Kalingrado… la vieja Europa nunca aprende. Fueron tiempos revueltos e innecesarios.
Muchas gracias